Realmente me sorprende lo poco que se conocen los actores. En su trabajo en primer lugar, deben hacer uso de sí mismos, siempre y a lo largo de toda su carrera. Pero lo cierto es que los actores no se conocen a sí mismos más de lo que lo hacemos el resto de nosotros. La imagen que tienen de sí mismos generalmente interfiere en su modo de interpretar, pues genera limitaciones (“No tengo instintos maternales”) y prejuicios (“Odio a los niños; ¿cómo podría entonces expresar amor por un pequeño en escena?” o: “No soy homosexual, ¿cómo puedo imaginar que amo a otro hombre?”). Todo esto limita la libertad y el desarrollo de la expresión.Cada vez que una actriz se escuche decir cosas como “No tengo instintos maternales”, debe detenerse a examinar de cerca semejante prejuicio para descubrir cómo limita su actuación. Las limitaciones se pueden resolver.Una actriz no tiene necesidad de cambiar sus prejuicios ni su vida personal. Tampoco es necesario que modifique su aversión por los niños, pero puede aprender a superar sus limitaciones canalizándolas de manera positiva en su trabajo. Para lograrlo debe saber cuáles son sus prejuicios y limitaciones. La tarea empieza por la aceptación en sí misma de esas características. Una vez que se conocen se pueden utilizar en beneficio de la propia actuación. Si continúan siendo desconocidas para nosotros, seremos víctimas de ellas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario